Las ceniza de fuego contiene partículas microscópicas (polvo, suciedad, hollín) que se pueden depositar en superficies interiores y exteriores y también se pueden inhalar si la ceniza se transporta por el aire. A menos que se hagan pruebas, la ceniza no está clasificada como un residuo peligroso, sin embargo, puede contener trazas de productos químicos peligrosos como metales (plomo, cadmio, níquel y arsénico), asbesto(de casas antiguas u otros edificios), perfluoro químicos (de la degradación de utensilios de cocina antiadherentes), retardadores de llama y materiales cáusticos. Por estas razones, es aconsejable tener cuidado y evitar cualquier exposición innecesaria a las cenizas.
La ceniza de fuego puede irritar la piel, la nariz y la garganta, y puede causar tos y/o hemorragia nasal. Las partículas finas se pueden inhalar profundamente en los pulmones y pueden agravar el asma y dificultar la respiración. Si la ceniza contiene asbesto, níquel, arsénico o cadmio, la exposición es una preocupación porque estas sustancias pueden causar cáncer. Debido a que las sustancias en la ceniza varían, siempre es mejor tener cuidado.